Día dos

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Esta carta está descolorida por el tiempo

Los hombres, que ya estaban casi famélicos antes de que comenzara la tormenta, han empezado a cazar y buscar alimento. Isabella se rehúsa a perderlos de vista. Les ha ordenado informarle primero a ella todo descubrimiento que hagan, y no investigar por su cuenta. El hereje no ha contribuido en nada, lo que refuerza mi hipótesis de que nunca antes había estado en Aeternum. Se burló de quienes fueron a cazar y a buscar alimento (trajeron bayas) y comentó con un tono bastante extraño: “No tiene importancia alguna. Aeternum ofrece recompensas, por lo que nadie puede morirse de hambre aquí". Ya estoy harto de escuchar a este hombre; me molesta hasta el sonido de sus cadenas. Saber que sobrevivió y muchos miembros de la tripulación no... me hace pensar que aquí no hay justicia más que la nuestra. – F.