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Hemos llegado a un gran arco en una pared; se trata de una construcción incluso más grandiosa que el puente que habíamos visto. Ante nosotros se alza la gran montaña, y el hereje... suena raro llamarlo así después de todas las verdades que nos ha revelado... todas las promesas que nos ha hecho... todas las promesas que me ha hecho a mí, ya que no queda nadie, hemos dejado a todos atrás, en el camino. Una vez hubo tres barcos, y la promesa de un nuevo mundo y todas sus maravillas.
Todo eso es para mí. Fortuna restaurada. Juventud restaurada. El hereje dice que ya estamos cerca. Cuando lleguemos al pie de la montaña, ya estaremos allí. Le pregunto qué encontraremos. Me responde que encontraremos tal poder que el mismísimo Aeternum... incluso la cima de la mismísima montaña... se elevará por encima de sus cimientos, y todos los que lleguen a las costas y más allá de estas sentirán su fuerza.
No sé dónde están los demás. Solo hemos quedado él y yo. Y lo que nos espera.
Isabella