Diario de Keyes, la piloto
Los exploradores no han encontrado rastro alguno de la capitana Isabella, de Santa María ni de Santiago. Le dije a la tripulación que no debemos perder la esperanza ni abandonar la búsqueda. Si la situación fuera al revés, la capitana no nos dejaría atrás ni dejaría de buscarnos.
Hemos estado pensando en hacer lo posible por reparar las velas dañadas. Les he asignado esta tarea a algunos miembros de la tripulación, en una isla que han bautizado “El alivio del tejedor”, a modo de broma, implicando que colocar parches en las velas es tarea fácil (si bien no lo es en lo absoluto). Sin embargo, los tejedores de la isla se lo han tomado con humor y, a pesar de las dificultades, la tripulación está de buen ánimo. La isla es hermosa, la caza es abundante y hemos comenzado a elaborar flechas e incluso arcos para sumar a nuestros suministros de rifles.
Se podría decir que hemos llegado a un paraíso, si no fuera porque estamos atrapados aquí. Sin embargo, tengo fe en los miembros de la tripulación, y ellos tienen fe en mí. Pienso en lo que haría Isabella, y me propongo no decepcionarlos.
Keyes, piloto en jefe de San Cristóbal