Diario de Keyes, la piloto
Los exploradores están de regreso. No hay rastro de Isabella ni de los miembros de la tripulación que la acompañaron. Los exploradores creen que se dirigió hacia el norte, pero había fuertes nevadas, y no pudieron avanzar más.
¿Qué es lo que fue a buscar a la montaña?
Los exploradores también me comentaron que encontraron los grilletes del hereje, cerca de un gran arco, más adelante, pero que no vieron al hereje por ninguna parte. Si había pasado por ahí, había estado solo; Isabella no había regresado con él.
Esto me llenó de tristeza y de rabia. Y, por sobre todo, temí que se hubiera dirigido a la costa más cercana, adentrado en las olas y lanzado a los mares, solo para que una tripulación lo viera, y él le prometiera todas las maravillas de Aeternum; tan solo tendrían que ir adonde él les dijera. Temí que estuviera haciéndoles lo mismo a otros desde hace mucho, pero mucho tiempo.
Estaremos atentos para interceptar a todos los que lleguen, si la isla lo permite, aunque nos lleve cien años. Y, si no queda más que los restos de nuestros barcos y estas simples páginas, espero que esto les sirva como advertencia a todos los que lleguen a Aeternum.
Keyes, piloto en jefe de San Cristóbal