Esta carta está descolorida por el tiempo
Temo que la capitana ha perdido la cabeza. Destrozó el diario de Frederico: arrancó cada una de las páginas del lomo y las arrojó al viento. El pobre hombre, que ahora está atado, suplicó clemencia, pero ella le gritó y lo acusó de intentar ocultarle alevosamente su diario. Dijo que las páginas contenían puras mentiras, ideas sobre un motín y dudas acerca de nuestro viaje. Y, lo que es aún peor, declaró que hacían mención de supuestos defectos en nuestro viaje, además de varios intentos de evitar que llegáramos a Vitae Aeternum y a las riquezas que promete.
Juró que tales mentiras no formarían parte de nuestra historia, y proclamó que la crónica no era más que un juntorio de patrañas y verdades a medias. Yo no sabía si creerle o no... Lo único que sabía era que tenía que mantener las apariencias, de lo contrario, sufriría el mismo destino que Frederico.
R. Velázquez