La habitación número trece

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Recuperado de una gran casa vacía en el erial de Gran Surco

A final me aburrí tanto que empecé a charlar con Iki. “¿Para qué necesitas doce habitaciones en esta casa”. “Trece, no doce”. Deja su libro, como si le estuviera molestando, y pisotea el suelo. Suena hueco y es entonces cuando veo una trampilla. Voy a abrirla. Pero el hombre es rápido y, de algún modo, se planta frente a mí. Mueve su silla encima de la trampilla para que no pueda llegar a ella. Creo que su oro está abajo. Pienso entrar aunque me mate.