Este viejo mantendrá la posición.
Cuanto más permanezco en este lugar quijotesco, más y más noto las ironías de la vejez de los inmortales. En algún momento del pasado, comencé a temerle a la incertidumbre del conocimiento de que me enfrentaría con mi creador. Entonces, cuando escuché relatos acerca de una isla mística en la que el tiempo no transcurría, aproveché la oportunidad de evitar el juicio divino. Fue una maniobra del todo ingenua, pues estoy seguro de que la carga por mi pecado no es mayor que la de cualquier otro hombre. Y resulta que la espalda fuerte de un hombre joven soporta mejor la eternidad.
Ahora, este cuerpo avejentado y miserable que se destruye con los dolores de una vida de trabajo duro es mío para siempre y tal vez nunca encuentre el alivio que habría tenido con el perdón de Dios. Por lo tanto, si este lugar será mi purgatorio, pagaré el precio por mi soberbia. Cuando escuché que ese hombre, Yonas, había acudido a aquellos suficientemente valientes para enfrentarse a la corrupción, me ofrecí como voluntario. Dejaré que este viejo muera para que la juventud viva un día más. Solo puedo esperar que la sabiduría de una larga vida le dé fuerza a mi alma y que nuestro piadoso señor algún día pueda tener clemencia de mí por trastocar su divina providencia.
-Pedro Carillo