La canción de las esferas

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Diario de Elric Chapman N.° 96

Hace falta investigar más. Sin embargo, por ahora tengo que regresar al pueblo, ¡ya que me quedé sin pasteles! ¡Eureka! ¡Hoy logré un descubrimiento sorprendente! Cerca de mi campamento, me encontré con una esfera similar a las famosas que se encuentran cerca del templo Amrine. Confieso que, en este momento, desconozco su propósito; pero a los bisontes les perturba. No se acercarán a esa cosa, así que me senté sobre ella para terminar mi almuerzo a salvo de sus bocas de ladronzuelos. Fue ahí, comiendo el último trozo de pastel de saúco de mi madre, cuando escuché de nuevo a los bisontes, soplando y resoplando, molestos por mi presencia. Sentada sobre la esfera me di cuenta de dónde había oído el ritmo de sus jadeos: en el templo Amrine. Allí, si te detienes junto al resto de esferas en un día de especial quietud, puedes oír el crujir de la vieja maquinaria mientras se asienta en el suelo. Hay un ritmo audible en este lugar, el mismo tamborileo familiar que hay en cada respiración de un bisonte. ¡Están repitiendo la canción de las esferas! No sé qué significa esto, pero es un enlace entre las bestias y los pueblos antiguos de esta isla. Debo regresar de inmediato al asentamiento y documentar lo que he aprendido. Hace falta investigar más y, lo que es peor, ¡me quedé sin pasteles!