Una página arrugada encontrada en los aposentos del comandante Merrill
El valor arde como un faro en la oscuridad. Y el fuego de la comandante Merrill arde con la mayor intensidad. Lo sé porque he presenciado las llamas ardientes de su gloria.
Con un crujido espantoso, vi cómo el cíclope me arrancaba el brazo del cuerpo. Abrí la boca para gritar, pero el aire se escapó de mis pulmones. La vista se me nubló, como si estuviera bajo el agua. La bestia gritó y me salpicó la cara de saliva. Y, como si le estuviera respondiendo, escuché el gritó de una orden: "¡Alto!".
La determinación del cíclope se quebró al escucharlo y mostró sus dientes para volver a atacar. Conforme levantaba el brazo, vi cómo sir Merrill se elevó en el aire y hundió su arma en el ojo del cíclope. La bestia se encorvó mientras la sangre carmesí manaba de su herida. El comandante se preparó para atacar de nuevo y lo partió en dos por la cintura.
Levantó mi cuerpo destrozado y moribundo, me acunó en sus brazos ensangrentados y me susurró palabras de consuelo al oído: "Descansa en paz, hijo de la eternidad. Que tu acero ilumine la oscuridad de nuestra tierra, en esta vida y en la siguiente".