ACTO IV, ESCENA V: EL VIAJE DE LA EMPERATRIZ
(La emperatriz está rodeada por sus sirvientes).
Sirviente 1: Emperatriz, la gente del pueblo está preocupada. No entienden por qué el niño aún no ha crecido.
Emperatriz Zhou: Es un muchacho obstinado. No desea abandonar la paz que le brinda el calor maternal.
Sirviente 2: ¿Pero cómo puede ser tan larga una infancia? Es antinatural. Incluso en tan extraño lugar.
Emperatriz Zhou: También me preocupo. Pero me temo que los días no transcurren de la misma manera en este sitio tan inusual.
Sirviente 1: Pobre alma. ¿Qué cruel destino le espera a un niño criado en un lugar olvidado por el tiempo?
Sirviente 2: ¡Cállate, imbécil! ¡Debes comportarte! Cómo te atreves...
(La emperatriz levanta una mano).
Emperatriz Zhou: Suficiente. Solo le da voz a los pensamientos que todos tenemos. Pero el destino de mi hijo está solo en mis manos. Y mi intención es cumplir mi deber. Como emperatriz y como madre.
(Se apagan las luces).