El cielo y el infierno son consecuencias naturales de la vida en la tierra. O quizá lo fueron, antes de Aeternum. El cielo es el celeste lugar de gobierno divino, que otorga su eminencia a la dinastía real. El infierno, con sus diez tribunales, es la oscuridad que penetra la prisión terrenal en la que atrapa las almas humanas.
Pero aquí no hay tribunales ni jueces. Solo lo salvaje, indómito e insensible. Esto no puede ser el infierno, sus torturas son demasiado erráticas. Ver tal injusticia cernirse en los inocentes es mucho peor que cualquier infierno de potros de tortura o calderos de aceite.
A veces, en las noches, escucho llorar a su majestad. Quizá sea por sí misma o por el cruel destino de su gente, pero eso nadie lo sabe.
– ZL