¡Mil veces sea maldecida la cabeza de Shang Wu, usurpador del trono de nuestra emperatriz!
¡Mil veces sean maldecidos todos los hombres que ayudaron a este traidor y que llevaron a la dirigente, enviada del cielo, del trono al exilio!
¡Mil veces sea maldecida esta isla, en la que se estrellaron los barcos al huir de nuestro hogar!
Malditos sean sus "misterios" y "secretos" y toda esta condenada y fastidiosa arena. De nada servirá quedarnos aquí por mucho tiempo. Siento una maldad rancia suspendida en el aire de este lugar y, por la noche, puedo sentir el peso de esa montaña rota a lo lejos que dirige su mirada rojiza hacia mí. Mañana debo presentarme en los aposentos de la emperatriz. Entonces le comunicaré mis inquietudes. Ella sabrá qué hacer. Debe hacerlo. O estaremos perdidos.
– Zhi