La invitación de emperatriz no era solo una muestra de gratitud...
Al principio, fue todo ostentación. Los invitados se comportaban como podría esperarse de una corte real. Pero, al poco tiempo, ya estaba por mi cuenta en un salón comedor privado. Esperaba ser una de los muchos invitados y cortesanos en un festín de celebración, pero cuando apareció mi señora, quedó claro que este era un asunto privado.
Empezó preguntándome sobre mi familia y mi linaje, quizás con la intención de asegurarse de mi lealtad. Le garanticé que mi familia había sido leal a su trono, el único y verdadero, por generaciones. Fue entonces cuando pude comprender el propósito de la reunión.
Me solicitó construir una cámara secreta con un santuario dedicado al elemento madera. De uso exclusivo para su familia y sus allegados. Y, lo que fue aún más extraño, me pidió que lo hiciera invisible a la gente común y que fuera impenetrable, cual fortaleza.
De mi parte, accedí por completo. ¿Cómo podría yo negarme a servirle una vez más a mi emperatriz? Pero debo confesar que la extrañeza de la solicitud me llenó de temor. Desconozco la finalidad de tal sitio, pero confío en la bondad y benevolencia de su majestad. Puesto que nunca nos ha desviado del camino.
– Long