La emperatriz se ha reunido hoy con un hombre extraño, encapuchado y que hedía a muerte. Las inundaciones nos han arrebatado mucho y han hecho mella en la moral de la emperatriz, pero le advertí enseguida que este tipo no era fiable.
Aun así, se reunieron en su palacio, y mi querida líder ignoró mis consejos. Cuando ambos salieron, el hedor de la muerte se había adherido también a mi soberana; no he conseguido sacárselo de encima, por mucho que la haya lavado.
Le pregunté qué le ofreció aquel hombre, y contestó: “Todo lo que hemos perdido. Pero el precio fue demasiado alto”.
Le pregunté qué debía darle a cambio, e hizo una pausa antes de responder: “Todo en lo que podríamos convertirnos”.
ZL