En Molinos de los días de primavera
Estos seres, los marchitados… no… ¡no mueren!
De hecho, sí que mueren, pero vuelven a la vida más locos y voraces que antes. La abundancia de esta tierra significa que se necesita poca gente para cultivar, es cierto, pero a la vez es imperativo que más personas se dediquen a defender la villa. Cuando alguien cae, desaparece rápidamente como si la isla se lo quedara para sí, pero lo devuelve al cabo de poco tiempo. No tenemos la mano de obra necesaria para rodear la villa con un muro robusto, ni siquiera para construir una empalizada defensiva. Sus números no dejan de aumentar y me temo que no tardarán en expulsarnos de aquí.
Tan solo espero que, cuando llegue ese día, haya sitio suficiente para nosotros en el asentamiento.