En Forellac
¡Ah, qué agradable que es el capataz de las minas! Cuando llevé el último envío de pescado al Pico de Letum, había recogido flores para mí y tenía preparado un picnic maravilloso para los dos.
No tuve valor de decirle que estoy harta de pescado, pero el pan y el conejo fresco estaban deliciosos.
Es un hombre amable que trata bien a sus compañeros, y no dudo que a mí me trataría de la misma forma. Tiene unos rasgos muy marcados, como las piedras con las que trabaja, pero le tengo cariño.
A lo mejor, la próxima vez que lo vea, le sugeriré que hable con mi padre para cortejarme de forma más oficial.
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