En Escondite del traidor
No creo poder soportar esto mucho tiempo más. Hago mi mejor esfuerzo por fabricar armas para estos piratas insolentes, y lo único que obtengo a cambio son más exigencias por parte de este capitán desquiciado. Lo único que quiere es más brillo, más empuñaduras doradas… Estoy cobrando lo que corresponde, y debo decir que no es poco, pero decididamente no colocaré mi sello en estas armas. De hecho, me avergonzaría admitir que estos abalorios son obra mía.
– L. Harrison, maestro artesano
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