En la pescadería Piscarian
Como si esta isla olvidada de la mano Dios no tuviera suficiente, ahora los caimanes parecen tener un gusto más exquisito… ¡por nosotros! Al principio, se contentaban con compartir el botín del Pantano, pero ahora cada vez se están acercando más a la pesquería. Ayer atacaron uno de nuestros barcos pesqueros. Un poco más y el pobre Johnson no lo cuenta. Su mujer le imploró que dejara el trabajo, y en verdad no la culpo.
Me llegaron rumores de una extraña enfermedad que recorre estos lares y enloquece a las bestias. La taché de mera histeria, una suposición más en un lugar que excede lo explicable, pero ahora no lo tengo tan claro. Si el alimento de los caimanes está contaminado, acabarán yendo a por lo que aún esté intacto. Al fin y al cabo… solo somos carne para ellos…