En Taryville
Esos bribones de Periville me la han vuelto a jugar. Anoche, estuvimos apostando en las carreras de pavos en la taberna. Yo pujé por la pava de aquí, pero, por desgracia, mamá se me adelantó. Le dije que no fuera tan dura con el pájaro, pero ya sabes cómo se pone. No puede controlarlo. El pobre ni siquiera corría en línea recta. Lo único que hacía era aletear y graznar de aquí para allí. Después de pagarles a esos desgraciados lo que les debía, tomé el viejo trabuco de Gertrude para acabar con el sufrimiento del pobre.
No volveré a repetir el mismo error. La próxima vez que alguien de Periville venga, yo mismo atraparé el pavo. Y, de paso, le pediré un regalito al alquimista… Así se acabará esa rivalidad de una vez por todas.
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