Un inquieto lamento del corazón.
Vine a este lugar a restaurar el equilibrio y ahora me veo obligado a considerar lo impensable. Es posible que, con el fin de acabar con la corrupción, que es quizá la mayor amenaza al flujo de Dao aquí en Aeternum, debamos hacer un sacrificio del mundo natural.
Mi corazón se agota de solo considerar tal blasfemia. Siento la angustia del sanador que blande un cuchillo caliente preparado para cortar la extremidad contaminada de un portador, con la esperanza de evitar que propague su veneno por el resto del cuerpo. Puesto que sé que, si las armas del Hechicero carmesí cayeran en manos del elegido de la corrupción, es probable que en verdad sea imparable.
Quizá deba depositar mi fe en el héroe que nos ha traído hasta aquí y aferrarme a la idea de que si en verdad este es el camino a la victoria, entonces debe hacerse de verdad. El tiempo lo dirá y la historia hará su juicio.