Día cuatro

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En la cueva de Chascacolmillos

Tanto mi cuerpo como mi espíritu están destrozados. Siento un hormigueo en el brazo donde Chascacolmillos me arrancó la carne de un bocado. Aunque la herida ahora está curada, todavía siento el fantasma del dolor. Hoy me retiro de vuelta al asentamiento; es más que probable que necesite ayuda para esta tarea. Pero ¿quién sería lo bastante insensato como para venir a esta cueva, después de los horrores que han dado lugar las garras y los dientes de esa bestia rabiosa? Quizás llegue al asentamiento un aventurero proveniente de los naufragios nuevos que ha habido al sur. Al menos tendré esa esperanza.