En Boarsholm
Vinieron por la noche. Había demasiados como para poder defendernos. Fueron primero por McFarland, gruñían como locos mientras lo hacían pedazos. Resucitó a pocos metros a la izquierda de su campamento y, en cuanto reapareció, ¡esos jabalíes lo liquidaron otra vez! Antes de que lográramos salir del campamento, él murió tres veces más y yo otras dos. Tomlinson insiste en que deberíamos volver al amanecer para retomar el campamento, pero yo digo que nos olvidemos. Jamás he visto los ojos amarillos de un jabalí mirándome con tanta maldad, con tanto odio. Aquí hay algo que no cierra, y no pienso quedarme a averiguar qué es.
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