Genevieve se ha sorprendido tanto como yo cuando una mujer llamó a la puerta. Se trataba nada menos que de una antigua capitana que traía una carta; nos ha dicho que había venido por pedido del magistrado para ayudarme. Su nombre era Madelaine (Maddie), e insistió en que no usara el título de capitana para dirigirme a ella, ya que no lo merecía por cómo había llegado a la costa de Aeternum y por la tripulación que había perdido.
Genevieve desconfió, luego se molestó, y me hizo muchas preguntas: sobre la presencia de Maddie, el equipo de alquimia y, principalmente, las jaulas, que la alarmaron mucho. "¿Qué clase de bestias encerrarás allí?", preguntó.
"No las 'encerraré', las SALVARÉ", respondí. Mientras intentaba explicárselo, se puso de pie y se fue, una señal inequívoca de que la conversación había terminado.
Me parece que esta noche voy a dormir en el taller, y no por voluntad propia.
– M. Havelock, archiministro
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