Día dos

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Crónica de la compañía de Merchand

No pude dormir. Me pareció que algo nos observaba mientras acampábamos detrás de un árbol. Cuando la luz del amanecer iluminó el campamento, sentí alivio, mis temores se desvanecieron, y el día trajo una nueva alegría: ¡La humillación de Merchand! Escribo esta crónica con un inmenso placer: observé cómo Merchand primero y luego sus hombres, uno por uno, en conjunto y por último media docena de ellos, golpearon el árbol con sus hachuelas, ¡y la madera quedó intacta! Finalmente, Merchand, con el rostro rojo, intentó derribar el árbol con insultos, hacer palanca en las ramas con la hachuela y cortarlo con su espada, pero todo fue en vano. Si no hubiese estado tan furioso, me habría reído, pero la inquietud que sentí al comienzo del día aumentó con la llegada de la noche y me obligó a morderme la lengua. Como si fuera poco, noté que Merchand no había dado señales de levantar el campamento, parecía dispuesto a trabajar a la luz de la luna y al resplandor del árbol. Aunque… la luz azul dentro de la madera del árbol parecía más fuerte con cada hachazo, como si lo que se escondía en el interior se resistiera a sus esfuerzos. Puede haber sido un efecto de la luz… pero su fuerza parecía aumentar, como un corazón pulsando con cada latido. Me alejé del árbol y eché un vistazo a la creciente oscuridad, pero no vi nada más que lámparas azules brillando… solo que algunas… parecían moverse, como si las llevaran encima unos hombres. ¿Qué clase de hombres llevan una llama de azoth en su pecho? – "El gran Merchand" (es decir, el cronista Yorke)