Crónica de la compañía de Merchand
Ten cuidado, viajero: hay un gran árbol, pero no busques refugio debajo de él, otros lo han hecho antes y ahora sus cuerpos yacen esparcidos en sus raíces. No enterré a los que vi, porque un cadáver en Aeternum que no resucita es muy inusual, y aún había esperanzas de que los cuerpos desaparecieran con la luz del sol, pero parece que han estado aquí durante algún tiempo, y eso es tan inquietante como el árbol mismo.
El árbol parece enseñar una lección: Aeternum se lleva lo propio y deja que lo otro se pudra en el sol. En la cresta de uno de los cascos, reconocí la marca de "la primera y la mejor compañía" —la banda de oportunistas de Merchand—, pero el escudo había sido partido en dos con una espada más filosa que la cresta que defendía a su dueño.
Alrededor de la compañía, vi huellas similares a las que había visto en las ruinas donde Grenville había llegado por curiosidad (¿a cuántos tontos inspirará esta tierra?). La guardia ancestral había venido por la banda de Merchand, por todos y cada uno de ellos.
El árbol nació del azoth, de la luz azul de las linternas. Y temo que estos hombres estén caminando junto a los muertos que marchan con azoth ardiendo en las orbes de su pecho.
– Maddie