Un sello fosilizado del señor de los lobos
El aire estaba impregnado de un crisol de aromas: el dulce buqué de las flores silvestres, el almizcle de las hojas caídas, la putrefacción de los hongos, el aliento de los viajeros cansados. A pesar del paso del tiempo, persisten. Memorias efímeras que florecen en la imaginación interminable.