Al principio, pensé que la lucha en el puente podía ser un contraataque de otra compañía, o una apuesta de Merchand y sus matones (que hace mucho que alardean de que podrían tomar control del puente en ropa interior), pero no era ninguno de los dos.
Mi corazón se congeló aún más que la escarcha a mi alrededor cuando vi a los esqueletos, con esferas de luz azul ardiendo en sus pechos, marchando lentamente por la arcada del puente. Cuando los corrompidos se abalanzaron sobre los atacantes, la guardia ancestral no retrocedió, sino que los enfrentó: los corrompidos fueron derribados sin piedad, y sus restos arrojados desde el puente a medida que se convertían en cenizas, solo quedaron sus armas, que cayeron sobre las piedras. En instantes, la guardia ancestral había tomado la mitad del puente, aparentemente indiferente a la cantidad de corrompidos.
Ahora me percato de que fue acertado no montar el mismo ataque, porque los corrompidos habrían estado preparados —para nosotros, tal vez, pero no para esto. En respuesta a este ataque inesperado, los refuerzos invadieron el puente como hormigas; los corrompidos emergían de escondites en las rocas circundantes para hacer retroceder a la guardia, pero todo fue en vano.
Cuando cayó el sol, el puente había cambiado nuevamente de mando; los corrompidos ya no lo dominaban. Las llamas azules de los guardianes lo iluminaban para marcar su territorio.
– D. Prieto, ingeniero
Copyright © 2021-2024 nwdb.info