Cuando desperté, los animales gritaban. Oí sus gritos en medio de la noche, y vi las llamas azules de las linternas en los caminos que habían estado en la oscuridad desde que llegué a la isla. En el fondo, se oía un rugido que se elevaba en oleadas y luego se atenuaba, y una gran luz congelada emanaba de la enorme roca en el centro del anillo de piedra.
Temo por lo que pueda encontrar, pero no esperaré a que la marea me alcance sin ir a ver con mis propios ojos lo que ha sucedido. ¿Será este el gran descubrimiento del que hablaba Grenville? Si lo es, temo que lo haya consumido, y que haya despertado algo en la isla.
– Renée Marie Cartier