Acerca de los clavos de hierro
Lo hicimos todo de forma ordenada y adecuada, como nos dijo el viejo escaldo. El cadáver rebelde fue a parar a un ataúd de roble resistente, sellado con clavos de hierro provenientes de un escudo ensangrentado en una batalla. Luego, clavé tres clavos más al pie del ataúd. Al martillar con mi mano izquierda, lo cual no fue nada fácil, repetí estas palabras:
<i>Reino bendito, Anfitrión bendito,</i>
<i>Clava al draugr al poste.</i>
<i>Tres veces golpeo con callado sagrado,</i>
<i>Una por Wod, una por Thor, una por Lok.</i>
No resistió. La cosa escapó del ataúd como el cachorro de un lobo rabioso saliendo del útero con los dientes.
Ahora que lo pienso, quizá debimos hacer el ataúd de tejo. En fin, seguimos casi al pie de la letra las instrucciones que nos dio el escaldo.