El pescador
Había una vez, un viejo pescador curtido por las costas de Aeternum. Mientras que algunos buscaban poder y tesoros, el pescador se conformaba con tener una pequeña casita frente a un delta, y navegar todos los días en busca de su comida.
Una tarde de verano, el pescador se perdió, inmerso en una densa niebla. Navegó sin rumbo hasta que vio una luz bajo las olas. Lanzó el sedal y lo observó cómo la luz ondulaba y se hundía. La criatura que sacó del agua parecía de otro mundo: un enorme esturión con escamas como joyas resplandecientes, dos veces más largo que alto.
El sorprendido pescador casi soltó a su presa, pero antes de hacerlo, el esturión le habló: "Si me liberas, buen amigo, te concederé un deseo".
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