Su voz
“No es que no te quiera”, juré, viendo el color desaparecer del rostro del pobre Shukri. “Pero me he prometido a otro”.
Arikh, mi querido amor, me había encontrado. Oí su voz llamándome bajo la luz de la luna. Al principio era un susurro y temí que fuera solo una aparición, un constructo de mi propia culpa. Pero quedó claro como el día. No volvería a abandonarlo.
Las arenas danzaron a mi alrededor con el viento abrasador y luché para seguir la llamada de su voz. Debía verle. Abrazarle. Saber que me había perdonado para poder perdonarme yo. Trepé a lo alto de la luna y protegí mi vista del viento, mirando hacia la oscuridad. Volvió a llamarme por mi nombre. Esta vez, más cerca.
Copyright © 2021-2024 nwdb.info