Shukri

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Su voz

Cuando la aparición se fue, aún tardé mucho tiempo en osar moverme de nuevo. Me senté, temblando en la oscuridad, con las rodillas en el pecho. Cuando al fin me atreví a moverme, vi a Shukri, mi valiente amado, postrado en la tierra con la piel azul y moteada como un cadáver putrefacto. Me arrastré hacia su lado para confirmar lo que ya sabía. Pero se movió. Me invadió el terror y me liberé de su agarre, corriendo hacia la noche. Lo último que oí fue su voz, tierna y suave, implorándome que no le abandonara. Oigo su llamada ahora, cada noche, como un susurro en una suave brisa, amándome toda la vida. Y, cuando le oigo decir mi nombre, me atraviesa el dolor de saber que nunca contestaré.