El elegido
Nunca me lo habría creído, si no lo hubiera visto con mis propios ojos. El espectáculo era una locura absurda incluso para el grupo variopinto conocido como “Sangre de la arena”. Debería empezar diciendo que su reputación de intrépidos es bien merecida. Al igual que lo es su inclinación por la locura, sus muestras de dicho coraje que rozan lo suicida.
Ese día eran cinco. Cada uno se quitó las galas rojo sangre que marcan su tribu y se sentaron sobre el escudo de alguien caído en combate. Los maestros del ritual se sentaban en la base de las precipicios, cada uno tocando un tambor enorme, con su base enterrada en la tierra. El resto hacía entrechocar sus armas al ritmo de la percusión, sumándose al escándalo. Gritaban "¡Shah Neshen!".
Tras un tiempo, la tierra comenzó a temblar. Podía sentirlo en mis huesos. Y entonces es cuando lo vi…, la gran ola en el horizonte. Algo se acercaba.
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