Una ciudad que sana
Yvette y yo corríamos hoy de la mano por el desierto. Su salud ha mejorado mucho, ¡así como su ánimo! Le doy gracias a los dioses porque tuvimos el sentido de salir de Reekwater. Un pantano no es lugar para que viva un hombre.
Yvette está sana, y a menudo visita la ciudad para ver al Cónsul. Hoy la seguiré, ¡para sorprenderla con un ramo de sabio del desierto!
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