Recuerdo de un motín fallido
Jeremías «Maldito seas» Jarretón. Debí saber que le faltaba un tornillo cuando nos quería convencer con esa idiotez de las maldiciones.
El navegante Jarretón abandonó la expedición y trató de llevarse a la tripulación con él a fuerza de disparates.
Si llegase a verlo de nuevo, el gato de nueve colas sería demasiado piadoso para él. Ahora mis hombres aseguran que el oro nos convertirá en monstruos, como si no fuésemos monstruos ya a los ojos de tantos por lo que tuvimos que hacer para llegar aquí.
¿Qué son unos percebes en la piel a cambio de gloria y oro eternos? Se me hace cada vez más difícil mantener a la tripulación a raya gracias a esa estupidez de Jarretón. Necesitaré aplicar más castigos corporales.
Bitácora del almirante