Las llamas me han hablado
Las llamas me han hablado. No con la voz sofocada y crepitante de unas ascuas que se apagan, sino como un infierno en pleno apogeo.
Mis experimentos estaban en todo su esplendor. Estaba en sintonía con las energías de esta tierra y me dispuse a abrir las corrientes primigenias que corrían por la forja. Cuando lo conseguí, supe de inmediato que Morgaine lo había presagiado. Mis manos habían tocado poderes que trascendían la lógica. El corazón de la forja esconde algo antiguo y primitivo. Una criatura de puro fuego hecha carne, abriéndose paso a través del velo y ¡suplicando ser liberada!
Pude sentir su deseo escondido tras la risa de la conflagración, su apetito, ¡la ira del cautiverio! Intenté contener el flujo de azoth en el horno a toda prisa, mas temo que fuera demasiado tarde. Sea lo que sea que habite ahí ha probado la vida una vez más y no volverá al letargo tan fácilmente. Ahora solo me queda rezar por que las protecciones que los antiguos forjaron para retener a tal monstruosidad aún sigan siendo efectivas o nadie puede imaginarse la tortura que he desatado sobre Aeternum y su pueblo.