Un diario raído, con una caligrafía enmarañada
Me quedé despierto, observando el bastón.
Los ojos llenos de arena, las piernas en llamas. Como si hubiese pasado días enteros en cuclillas frente a él.
¿Acaso así fue?
Entrando y saliendo por la puerta.
"Nunca jamás. Nunca jamás".