Se encontró cerca del caserío de Fenton
Aquellos con los que he hablado han obstaculizado cualquier intento de investigación por parte mía. Estos líderes del pacto hasta se niegan a reconocer la existencia de algunos perdidos que solían ser nuestros devotos hermanos y hermanas. Me ordenaron sin miramientos que volviera a dedicarme a mis deberes y que no hablara más del asunto. La mediadora Roose incluso insinuó que iba a excomulgarme si continuaba indagando. Este insulto es casi intolerable. ¿Acaso preocuparme por el prójimo ahora constituye la ofensa de un apóstata? ¡Qué ridículo!
Quizá se nieguen a enfrentar la realidad simplemente a causa de su soberbia. Pero no logro dejar de sospechar que se avecina algo más siniestro. Alguien debe rendir honor al sacrificio de nuestros camaradas y descubrir la verdad sobre su desgracia. Si mis acciones enfurecen a estos supuestos superiores, que así sea.