Los soldados están desertando. La penumbra que consumió a Wickbury fue un golpe para todos, al igual que el descubrimiento de lo que parecían ser sacerdotes liderando a los corrompidos. No estábamos luchando contra un ejército: estábamos enfrentando a una cruzada desde el norte. La pérdida del puente se agregó a nuestras desgracias, y muchos sintieron que había poco de lo cual aferrarse. "No podemos detener una oleada que ya ha inundado nuestros flancos y ahora se eleva ante nosotros sobre el puente. Aquí no ganaremos la batalla, debemos retirarnos a Brightwood".
En los campamentos, las conversaciones aumentan. En la época en la que todos luchábamos por un objetivo común, esos comentarios se castigaban con latigazos, algo duro pero justo. No obstante, quizá esa fue la razón por la que cayó la alianza. Los corazones se endurecen con tantas muertes, hasta que ya no sienten casi nada. Después de eso, la diferencia entre los corrompidos y los soldados es muy poca.
Si no luchamos contra los corrompidos, nos consumirán. Si luchamos contra los corrompidos, también nos consumirán. De todas formas, el espíritu se pone a prueba, y soporta hasta cierto punto antes de romperse.
– L. G., capitán en funciones
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