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Una paz incómoda reina en el pantano, dicen algunos. Como si tuviéramos alguna opción.
Los corrompidos siguen infestando el pantano y son cada día más audaces. Los golpeamos con las hachas como si fuesen raíces obstinadas, ¿y para qué? Pronto nos superarán en cantidad, y entonces nos recolectarán como nosotros recolectamos provisiones del pantano.
¿De qué sirve una compañía comercial, o cualquier compañía, si no podemos protegernos entre nosotros ni a nuestros líderes? Aun así, seguimos haciendo nuestros triviales negocios: pescamos, vendemos aceite y lino en nuestras tiendas, vivimos una vida rutinaria mientras esperamos que el martillo caiga sobre nosotros.
¡La gloriosa compañía de Pantano del Tejedor! Las escamas y las tripas de pescado serán un escudo muy débil contra los males de esta isla.